Galiciaenfotos.comSin rumbo. Sin prisas. Sin horarios.

Algo que sí he notado de unos años hacia aquí ha sido el boom que ha experimentado el turismo. Pasta no habrá, pero en casa no se queda nadie, ni en vacaciones, ni en fines de semana, ni en puentes ni en fiestas de guardar, lo cual está muy bien pero tiene sus efectos colaterales. Mientras que hace años ibas a la Playa de las Catedrales y encontrabas cuatro pelagatos, a día de hoy es una verdadera romería. Antes ibas a las Médulas, te perdías por el camino, andabas por el bosque circundante libremente más solo que la una e incluso había quien llegaba a pie de La Cuevona con el todoterreno.

A día de hoy está todo el camino de llegada asfaltado y perfectamente señalizado, tienes que dejar el coche bien lejos, también parece una romería de padres, madres, niños gritones, parejas de domingo con ellas de tacones y si te pillan con el todoterreno en La Cuevona te cuelgan del primer castaño. No es que sea yo un snob de los de tener al populacho alejado de los sitios que me gustan, que todo el mundo tiene derecho a disfrutar de los lugares naturales, pero ya no es lo mismo. Como decía un famoso humorista, cuando el pollo lo comían los marqueses era una maravilla. Ahora que lo come el pueblo llano, es una porquería llena de hormonas.

Visite las Médulas, suba al mirador de Orellán al atardecer, espere a que baje el sol y si quiere saber lo que es la tierra colorada, lo va a tener delante de sus ojos (hay otra opción mas rápida, barata y simple, que es comprar una postal de las Médulas al atardecer)…

Sólo un pero: cómo ha cambiado esta zona los últimos años. Primero por la masificación y segundo porque ahora todo es negocio: recuerdos, libros, productos naturales, todas las casas con su cartelito «bendo güebos caseros»… no les puedo culpar, a todos nos gusta el dinero y mejorar en la vida, pero el concepto de algo único deja de serlo bien rapidito.